UN BUEN CATÓLICO DEBE ENTROMETERSE EN POLÍTICA, DICE EL PAPA
POLÍTICA Y LA IGLESIA
Nota: El siguiente texto no es propia mía, sino he juntado
artículos de internet donde el Papa Francisco habla sobre la política. Esto
sirve para la reflexión cristiana, porque somos también participes política por
ser ciudadanos.
UN
BUEN CATÓLICO DEBE ENTROMETERSE EN POLÍTICA, DICE EL PAPA
DE: aciprensa
VATICANO, 16 Sep. 13 / 11:15 am (ACI/EWTN Noticias).- En la
Misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló
que un buen católico debe entrometerse en la política y que lo contrario no es
un buen camino para los fieles.
El Santo Padre recordó que "la política -dice la
Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más elevadas de la caridad,
porque sirve al bien común. No puedo lavarme las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que
dar algo!"
Hay la costumbre de solo hablar mal de los gobernantes y
sobre las "cosas que no van bien": "ves las noticias en la
televisión y los apalean, apalean ; lees el periódico y lo mismo …. ¡siempre lo
malo, siempre en contra!".
Quizás, "el gobernante, si, es un pecador, como lo era
David, pero yo debo colaborar con mi opinión, con mi palabra, también con mi
corrección" porque ¡todos "debemos participar al bien común!". Y
si "tantas veces hemos escuchado: que ‘un buen católico no se mezcla en
política’, esto no es verdad, ese no es un buen camino".
"Un buen católico no se inmiscuye en política. Eso no
es cierto. Este no es un buen camino. Un buen católico debe entrometerse en
política, dando lo mejor de sí, para que el gobernante pueda gobernar. Y ¿qué
es lo mejor que podemos ofrecer a los gobernantes? ¡La oración! Eso es lo que
dice Pablo: ‘La oración para todos los hombres y para el rey y para todos los
que están en el poder’. ‘Pero, Padre, aquella es una mala persona, debe ir al
infierno...’. "Reza por él, reza por ella, para que pueda gobernar bien,
para que ame a su pueblo, para que sirva a su pueblo, para sea humilde"
"¡Un cristiano que no reza por
los gobernantes no es un buen cristiano!’Pero, Padre, cómo puedo orar por esta
persona que no va ...’. ‘Reza para que se convierta’. Rezar. Y esto no lo digo
yo, lo dice San Pablo, la Palabra de Dios".
El Papa, señala Radio Vaticano, reflexionó sobre la Carta
de San Pablo a Timoteo en la que le pide rezar por los gobernantes. Quien
gobierna, dijo, "debe amar a su pueblo", porque "un gobernante
que no ama, no puede gobernar: al máximo podrá disciplinar, poner un poco de
orden, pero no gobernar". El Santo Padre citó a David, "a cómo amaba
a su pueblo", tanto que después del pecado del censo pide al Señor de no
castigar al pueblo sino a él. Así, "las dos virtudes de un
gobernante" son el amor por el pueblo y la humildad.
"No se puede gobernar al pueblo sin amor y sin
humildad. Y cada hombre, cada mujer que tiene que tomar posesión de un servicio
público, debe hacerse estas dos preguntas: ‘¿Amo a mi pueblo para servirle
mejor? ¿Soy humilde y oigo lo que dicen todos los otros, las diferentes
opiniones para elegir el mejor camino?’. Si no se hace estas preguntas su
gobierno no va a ser bueno. El hombre o la mujer gobernante que ama a su
pueblo, es un hombre o una mujer humilde".
San Pablo exhorta a los gobernantes a elevar oraciones
"por todos aquellos que están en el poder, para que podamos conducir una
vida calma y tranquila". Los ciudadanos, observó el Papa, no pueden
desinteresarse de la política.
Ninguno puede decir: "Yo no tengo nada que ver con
esto, son ellos los que gobiernan... No, no, yo soy responsable de su gobierno
y tengo que hacer lo mejor, para que ellos gobiernen bien y tengo que hacer lo
mejor por participar en la política como pueda".
Por lo tanto, concluyó el Papa, "demos lo mejor de
nosotros, ideas, sugerencias, lo mejor, pero sobre todo lo mejor está la
oración. Oremos por los gobernantes, para que nos gobiernen bien, para que
lleven a nuestra patria, a nuestra nación, y también al mundo adelante, para
que exista la paz y el bien común".
Fuente: https://www.aciprensa.com/noticias/unbuen-catolico-debe-entrometerse-en-politicadice-el-papa-11128.
EL PAPA FRANCISCO Y LA POLÍTICA
17 FEB 2017
POR: MARÍA ROSA LORBÉS
La preocupación ética y evangélica por la pobreza y la desigualdad
en el mundo, como manifestación de que el dinero y los bienes materiales están
por encima de la dignidad y el valor supremo de cada persona permea el conjunto
de las declaraciones y los discursos del Papa Francisco. Para algunos esta
inquietud del Papa suena a un indebido interés por la política en el entendido
de que la política es algo “profano” que no tiene nada que ver con la
evangelización. Por su parte, Francisco ha afirmado que es consciente de que
todas sus “homilías tienen un impacto político” y ha recordado reiteradas veces
la expresión del Papa Pablo VI de que “la política es la forma más alta de la
caridad”. En su tercer encuentro con los Movimientos Populares Francisco
explicó cómo esta preocupación por los más pobres forma parte de la tradición
de la Iglesia. “Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una
dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del
dinero». El aula en la que estamos ahora se llama “Paolo VI”, y fue Pablo VI
quien denunció hace casi cincuenta años la «nueva forma abusiva de dictadura
económica en el campo social, cultural e incluso político»… La Iglesia y los
profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en
este tiempo. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis
antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir,
tiraniza y aterroriza a la humanidad”.
Según un reciente estudio sobre el crecimiento de la
desigualdad en el mundo solo ocho personas concentran la mitad de la fortuna en
el planeta. Lejos de ser un solo un frío dato estadístico, esta cifra se sitúa
éticamente en las antípodas del mensaje cristiano. En la Exhortación Apostólica
La alegría del Evangelio Francisco afirma que hay que “decir no a una economía
de la exclusión y la inequidad. Porque esa economía mata” (art. 53). Y en otra
ocasión fustigó la indiferencia de la sociedad: “No puede ser que no sea
noticia que muera de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una
caída de dos puntos en la bolsa”. El respeto a la dignidad de cada persona y,
en consecuencia, la solidaridad y la equidad forman parte esencial del
cristianismo. ❧
ES DEBER DEL CRISTIANO INVOLUCRARSE EN POLÍTICA AUNQUE
SEA "DEMASIADO SUCIA", ASEGURA EL PAPA
DE: aciprensa
VATICANO, 07 Jun. 13 / 11:55 am (ACI/EWTN Noticias).- El
Papa Francisco explicó esta mañana que es un deber, una obligación del
cristiano, involucrarse en la política aunque sea "demasiado sucia"
porque al estar en ese ámbito se puede trabajar por el bien común.
Así lo explicó el Santo Padre al responder a una de las
preguntas que le hizo uno de los jóvenes que recibió esta mañana en el Aula
Pablo VI, en el encuentro de alumnos y exalumnos de los colegios jesuitas de
Italia y Albania con el Pontífice.
En el encuentro Francisco decidió no leer el discurso que
había preparado para la ocasión y dialogar espontáneamente con los asistentes
lo que generó un clima de mayor alegría y fiesta.
Sobre el tema de la participación de los laicos en la
esfera pública, el Papa explicó que "involucrarse en la política es una
obligación para un cristiano.
Nosotros no podemos jugar a Pilato,
lavarnos las manos: No podemos".
"Debemos inmiscuirnos en la política porque la
política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien
común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política", aseguró el
Santo Padre ante los miles de niños y jóvenes presentes.
"Alguno me dirá ‘pero no es fácil’. Tampoco es fácil
llegar a ser sacerdote. No son cosas fáciles porque la vida no es fácil. La
política es demasiado sucia pero yo me pregunto: ¿por qué es sucia? ¿Por qué
los cristianos no se han involucrado con su espíritu evangélico?"
El Santo Padre señaló además que "es fácil decir ‘la
culpa es de aquel’... pero yo, ¿qué cosa hago? ¡Es un deber! Trabajar por el
bien común es un deber de un cristiano! Y muchas veces para trabajar el camino
a seguir es la política".
Fuente:
https://www.aciprensa.com/noticias/esdeber-del-cristiano-involucrarse-en-politicaaunque-sea-demasiado-sucia-asegura-el-papa31351.
EL PAPA Y LA POLÍTICA
POR: GONZALO RUIZ
Francisco, el papa latinoamericano, se apresta a hacer su
primera visita a tres países sudamericanos: Ecuador, Paraguay y Bolivia. Aunque
mucho se insiste en el signo pastoral de la visita, es innegable que el aspecto
político estará rondando, especialmente en este país tristemente
polarizado.
La separación de la Iglesia del Estado y la proclama del
Estado laico parecen haber sido escondidos en el armario de la historia para
procurar, desde la visión oficial y con la consideración de visita de Estado -
no olvidemos que el Obispo de Roma es, a su vez jefe del Estado Vaticano - ,
enlazar en la trama de la propaganda oficial la imagen y carisma del Santo
Padre. Aun cuando atrás quedaron las intromisiones seculares de los pontífices
con el poder temporal y su innegable influencia y hasta dominio político, la
Iglesia fue tomando giros sustanciales. El capítulo del papa Juan Pablo II y
sus posturas fuertes fueron claves del fin de la Guerra Fría, la caída del Muro
de Berlín y el fin del poder del Partido Comunista en los países de la órbita
soviética.
Hoy el momento es distinto en el mundo. El tono del papa
Francisco cambió el oropel y el boato de las ceremonias vaticanas por un manto
de sencillez. El cardenal Jorge Mario Bergoglio comprometió su vida con los
pobres y su signo sencillo le acompañó en su vida pastoral. Como Papa no
cambia. Hablar del mensaje papal es importante y durante este tiempo la paz ha
sido un motivo de fuertes pronunciamientos del Papa. Y hablar de paz en tiempos
convulsos es, sin lugar a dudas, un mensaje político. Cuando se habla de
libertades en tiempos de libertad conculcada se habla de un hondo sentido
humano, pero se habla de un tema político también. Cuando se alude a los
derechos humanos, se trata de un valor universal pero también de una condición
de la vida política, más aún cuando se los han violado en especial allá donde
se los atropella desde el Estado.
Es, inevitablemente, otro tema político. Si se habla de
justicia social, su objetivo es altamente político, aun cuando su género humano
esté en el trasfondo. Cuando se menciona la equidad, es un aspecto humano, su
búsqueda es un bien superior que toca la estructura política. Como ocurrió en
la reciente encíclica pontifical de la naturaleza, se privilegia su respeto y
equilibrio. Es innegable que el aspecto humano debiera suponerse en armonía con
el planeta y que esa destrucción inmisericorde cese para preservar la casa
mayor del ser humano. Este es otro aspecto que toca la política y son las
decisiones políticas y el desarrollo los que muchas veces hieren y destruyen la
naturaleza. Más allá del objeto pastoral, la visita del Papa llega en un
entorno y la atmósfera que hoy domina al Ecuador y lo divide.
El mensajero de paz que es el papa Francisco debiera tocar
las fibras íntimas de un país que se quiere dividir para reinar, aun por encima
de una tregua que la Iglesia pide: una semilla regada en tierra árida.
EL PAPA FRANCISCO Y LA POLÍTICA
POR: FARES, DIEGO
Para una aproximación hacia el horizonte políticopastoral
del Papa, el autor toma en consideración de manera particular el discurso a los
movimientos populares en Bolivia y el del Congreso de los Estados Unidos.
¿Qué visión de la política ha madurado y expresa el papa
Francisco? La complejidad del tema puede ser afrontada reflexionando sobre dos
discursos que el Papa ha dirigido a dos grupos de personas muy diferentes.
Discursos que suscitaron muchos intereses y merecieron interpretaciones
diversas: el que dio en el Congreso de los Estados Unidos1 y el segundo
discurso a los Movimientos populares2, en Bolivia.
Al leer los textos o al escuchar las palabras del Papa
tanto en el Centro Expo Feria de Santa Cruz de la Sierra como ante el Congreso
en Washington, comentaristas y profesionales del periodismo se plantearon
diferentes preguntas: ¿el primer discurso fue quizá un mensaje contra
corriente, con pasos adelante en el compromiso de la Iglesia en la justicia
social con los pueblos más pobres; y el segundo, en cambio, un discurso
políticamente correcto? ¿El primero debe ser considerado un manifiesto de
acentos apocalípticos y utópicos, dirigido más a la emotividad que a la razón,
y el segundo un discurso más intelectual, particularmente atento a no cometer
errores? ¿Es el primero un discurso cuya cifra es el populismo, y el segundo un
discurso político pragmático? ¿O bien –tal como nosotros creemos– ambos
discursos pueden considerarse “acontecimientos catequéticos” con los cuales el
Santo Padre encendió el corazón de cuantos trabajan por el bien común –tanto en
una cooperativa como en el Congreso–, iluminándolo con la doctrina social de la
Iglesia, predicada con coraje, inteligencia y pasión?
Frente a las diferentes posibilidades de interpretación
–que son ya signo de que los discursos del Papa contienen un plus de
significado, y que no deben ser catalogados demasiado apresuradamente– es
necesario volver a leer sus palabras integrándolas en su contexto. Lo que
implica, entre otras cosas, que se tengan presentes la doctrina social de la
Iglesia y el discernimiento de Francisco con respecto a la necesidad de
rehabilitar la política no sólo en la teoría – mostrando lo positivo, en cuanto
que es “una de las formas más altas de la caridad”–, sino también en la
práctica, estableciendo un diálogo profundo y comprometido con todas las
personas y grupos que actúan en ella, con cuantos trabajan por el bien común.
El discernimiento de Francisco:
rehabilitar la política
El discernimiento de Francisco con respecto a la política
pone en evidencia el hecho de que “todos” tenemos que “rehabilitarla”. “La
responsabilidad social –dice el Papa– (…) requiere un cierto tipo de paradigma
cultural y, en consecuencia, de la política. Somos responsables de la formación
de las nuevas generaciones, ayudarlas a ser capaces en la economía y la
política, y firmes en los valores éticos. El futuro exige hoy la tarea de
rehabilitar la política (…), rehabilitar la política, que es una de las formas
más altas de la caridad”3.
Rehabilitar una realidad quiere decir reconocer que es
válida, pero que por algún motivo ha perdido su valor intrínseco. Por lo tanto
hoy nos preguntamos: ¿qué significa que la política es una de las formas más
altas de la caridad? ¿Cuál es la historia de esta definición tan positiva? ¿Por
qué es tan fuerte la denuncia profética contra el dios dinero? Desde el momento
que la política es el arte de lo posible y se realiza gracias a la acción
conjunta de todos, ¿cuáles son los interlocutores preferidos del Papa? ¿Qué
lenguaje emplea para dialogar con ellos? ¿Qué tareas y qué desafíos él los
ayuda a discernir?
Una de las formas más altas de la caridad
Definir la política como “una de las formas más altas de la
caridad” constituye ya una rehabilitación a nivel teórico. Para encontrar un
lenguaje que restituya dignidad a la política de una manera simple, sin tener
que recurrir al argumento de que las cosas divinas son trascendentes, o sin
tener que recordar el peligro de usarla con fines egoístas, debemos recurrir a
Santo Tomás. En el tratado De caritate, habla del “amor social”. Con esta
expresión quiere significar que el amor, concedido sobre todo a los parientes y
a los amigos más queridos, tiene que ser ofrecido también a un extraño, cuando
de él “depende el bien común”. En la ciudad esta dilectiosocialis es debida “al
príncipe de la ciudad, en cuanto que de él depende la salud de toda la
comunidad; y por ello él debe ser amado más que el propio padre”.4
En el comentario a la Ética de Aristóteles, Tomás le
atribuye a la política el estatuto de “máxima ciencia arquitectónica”.5Con esta
expresión entiende indicar que la política preescribe a las demás ciencias lo
que deben hacer. Ella considera y promueve el fin (bien común), armoniza el
orden de las partes (la ley) y remueve los impedimentos (los enemigos). En el
arte, lo que polariza todos los esfuerzos del artista es la realización
material de su obra. En el campo de la política, que es el arte de lo posible,
la realización es una siempre renovada mediación entre el bien particular y el
bien común. El bien común, que es el fin de la política, debe ser buscado
permanentemente.
A diferencia de Agustín, que sostiene que sin el pecado
original no hubiera habido necesidad de obedecer a una autoridad, Tomás
sostiene que “dado que el hombre es naturalmente un animal social, los hombres
en estado de inocencia habrían vivido socialmente y, por lo tanto, con una
autoridad” (cfr. Sum. Theol. I, q. 96, a. 4).6Como se advierte, al afirmar lo
positivo de la política, en la Iglesia pueden encontrarse opiniones diferentes.
Notamos así, por un lado, que el papa Francisco no ha hecho
otra cosa que predicar la doctrina social de la Iglesia, tal como recuerda cada
vez que es interrogado por alguna afirmación suya que resulta innovadora. En
efecto, ya Pío XI había dicho, con términos similares a los del papa Francisco,
que “el campo de la política (el bien común) es el campo de la más vasta
caridad”.7Por otro lado, es evidente que la afirmación de Francisco sobre lo
positivo y digno de la política retoma, atrayendo como un poderoso imán, todas
las reflexiones positivas de los pontífices precedentes, sin desconocer los
peligros advertidos por ellos, pero subordinándolos al bien más grande de una
clara rehabilitación de la política.
Un poco de historia
Para comprender esta afirmación del Papa es útil considerar
la historia que se desarrolla en el lapso de 30 años. Como arzobispo, Bergoglio
había sostenido esta rehabilitación de la política, si bien no fue comprendido
por los gobiernos de ese tiempo. En ocasión del encuentro de Pastoral Social de
2005, en su discurso La nación por construir, había dicho: “El quehacer
político es una forma elevada de caridad, de amor, y por lo tanto, un problema
teológico y ético. Se da una paradoja a nivel global: el descrédito de la
política y los políticos en el momento en que más los necesitamos. Son el chivo
expiatorio de la sociedad. Achacamos nuestras deficiencias sobre ellos
solamente, los políticos. Por eso es importante rehabilitar lo político y la
política en su total amplitud”.8
En aquella ocasión Bergoglio citó la Declaración de la
Comisión social del episcopado francés “Rehabilitar la política” (17 de febrero
de 1999)9, un documento al que le otorgó gran importancia. En él, los obispos
franceses afirmaban que “una sociedad que la menosprecie(a la política) se pone
en peligro. Resulta urgente rehabilitarla y replantearse en todos los ámbitos
(educación, familia, economía, ecología, cultura, sanidad, protección social,
justicia…) una relación activa entre la política y la vida cotidiana de los
ciudadanos” (n. 7). El documento de los obispos estaba en sintonía con las
reflexiones que Bergoglio venía haciendo desde hacía más de diez años.
Con ocasión de la inauguración del año académico 1989 en la
Facultad de Filosofía y Teología de la Universidad de El Salvador, en San
Miguel, Bergoglio dio un discurso titulado “Necesidad de una antropología
política: un problema pastoral”.10Sostuvo la necesidad de “jerarquizar la
política” mostrando la diferencia entre “estar politizados” y “tener una
verdadera cultura política” (n. 5). “Recuperar la validez de la política –dijo–
es recuperar el horizonte de síntesis y de unidad de una comunidad: horizonte
de una armonización de intereses, de organización de la racionalidad política
para dirimir conflictos; horizonte estratégico de acuerdo en lo esencial, de
convicción de que nuestra identidad y seguridad personal, familiar y sectorial
es frágil e impredecible sin el marco superior de la política” (n. 5).
Bergoglio siempre consideró la
política como “expresión simbólica de la vida en común” (n. 6), y el
discernimiento de la necesidad de “jerarquizar la política” se debe a la
confusión a la que estamos sometidos, en cuanto pueblo y en cuanto cristianos,
a causa de la “fractura de visiones”.
En el orden semántico, esta fractura
se verifica “cuando son consideradas ‘políticas’ situaciones ‘de compromiso’,
‘violentas’, ‘injustas’, o ‘conflictivas’”. En el orden empírico, la fractura
se da “cuando la política es identificada con la práctica sectaria”. En el
orden teórico, la fractura aparece “cuando el orden político abdica a favor del
espacio económico” (n. 2).
Esta visión de la política como expresión simbólica de la
unidad de un pueblo es la base antropológica que hay que tener presente para
inculturar el anuncio del Evangelio en la política, es decir, en la estructura
más alta y arquitectónica, por definición, de la sociedad. Y en este campo
específico, debe ser sembrada la semilla del Evangelio.
Un paso adelante en la visión
positiva de la doctrina social de la Iglesia
Dado que el papa Francisco atribuyó a Pablo VI la expresión
“la política es una de las formas más altas de la caridad”, se acostumbra a dar
por descontado que ese Papa la hubiera formulado así. Pero, al menos por las
fuentes que hemos podido consultar, resulta que Pablo VI expresa ciertamente
ese concepto pero no con esas palabras, ni en el mismo contexto.
El texto fundamental al respecto es
de Gaudium et spes, que define a la política como “difícil pero también muy
noble” (GS 75), y en la nota 8 cita la famosa frase de Pío XI que hemos
recordado. En Octogesima adveniens, Pablo VI dice: “La política ofrece un
camino serio y difícil –aunque no el único– para cumplir el deber grave que
cristianos y cristianas tienen de servir a los demás” (n. 46).
En esa carta apostólica, Pablo VI afronta magistralmente el
tema de la política y lo profundiza. El tono que usa es el de la admonición: es
necesario cuidarse de las “confusiones” que pueden ser suscitadas por el
término “política”; es necesario mostrar sus límites, para que la política
respete a las personas, a las familias y a los grupos subsidiarios; es
necesario recordarle a la política sus deberes: “debe tener como finalidad la
realización del bien común” (n. 46).
Juntos a estos “peligros”, Pablo VI expresa una visión positiva:
“es cosa de todos sabida que, en los campos social y económico –tanto nacional
como internacional–, la decisión última corresponde al poder político” (n. 46);
la política “constituye el vínculo natural y necesario para asegurar la
cohesión del cuerpo social” (n. 46). Finalmente, hace la afirmación más
importante, la que nos pone en guardia frente al poder dominante: “Para hacer
frente a una tecnocracia creciente, hay que inventar formas de democracia
moderna, no solamente dando a cada persona la posibilidad de informarse y de
expresar su opinión, sino de comprometerse en una responsabilidad común
(política)” (n. 47, la cursiva es nuestra). Pablo VI indica aquí las dos
fuerzas contrapuestas entre las cuales se entabla la batalla fundamental: el
poder de la técnica y esas “formas de democracia que hay que inventar”, que son
consideradas necesarias.
El papa Francisco constata, con Pablo VI, que el verdadero
peligro para la democracia es el poder tecnocrático, y es por ello que quiere
rehabilitar decididamente la política. Afirma en la encíclica Laudato si: “El
paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y
la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del
rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser
humano. Las finanzas ahogan a la economía real” (n. 109). Por lo tanto, debemos
darnos cuenta de la necesidad de rehabilitar el poder de los pueblos –el poder
democrático– como el único ámbito capaz de poner un límite humano al poder, de
por sí ilimitado, de la técnica, hacia el cual se dirige el dios dinero,
encontrando allí el ámbito conveniente.
En definitiva, la visión tan positiva de la política que
tiene Francisco corresponde a la del Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia que, al recoger las afirmaciones de varios pontífices y de documentos
de la Iglesia, expresa estas significativas afirmaciones: “El amor debe estar
presente y penetrar todas las relaciones sociales (…). Este amor puede ser
llamado ‘caridad social’11 o ‘caridad política’ y debe extenderse a todo el
género humano” 12. Hablar de “caridad política” le otorga valor a un trabajo
por el bien común que a menudo es poco apreciado, porque en la política no se
reconoce siempre lo que hacen los demás.
El dinero: al servicio de la
política o elemento de poder con la técnica
Una fuerte contraposición con la caridad política es
sugerida por la expresión “el estiércol del diablo” con la que se define al
dinero.
En la actualidad muchas personas, incluso buenos
cristianos, se sienten en el deber de defender el dinero, basándose en un
razonamiento simple: “sin ese tipo de medida del éxito o del fracaso que se
acostumbra llamar ‘dinero’, ningún sistema puede funcionar” 13. Por lo general,
se olvida que el dinero, de por sí, tiende a ser ilimitado. Sólo puede
limitarlo el bien común de cada nación o grupo de naciones que toman decisiones
políticas respecto de su valor.
El padre Raniero Cantalamessa, en la predicación del
Viernes Santo de 2014, definió al dinero como “el dios cuantificable”. Su poder
y su fascinación consisten en su capacidad de ser compartido de manera
cuantificable por todos sus servidores y en su capacidad de recapitular (casi)
todo lo que existe (se dice que “todo tiene un precio”). Esta infinitud
cuantitativa se presta a ser deificada; algo que no ocurre, en cambio, con la
política, puesto que el bien común, que es el fin constitutivo de la política,
siempre es concreto y por lo tanto limitado.
La política es más humana, podría decirse. Puede ser puesta
en discusión, exige un consenso que hay que ganar cada vez. En cambio, el
dinero no: es inmortal, no se pierde, cambia solamente de dueño (o de esclavo).
Y cuando se lo asocia a la técnica – también ella dotada de una infinitud
cuantitativa– encuentra un campo ilimitado donde multiplicar su poder.
Los interlocutores preferidos
En el vuelo de regreso a Roma desde América latina, un
periodista le preguntó al papa Francisco por qué él “apuesta mucho por los
movimientos populares y menos por el mundo de la empresa”. El Papa le
respondió: “Todo aquello que he dicho (a los Movimientos populares) es doctrina
social de la Iglesia, y cuando debo hablar al mundo de la empresa digo lo
mismo, es decir, lo que le dice al mundo de la empresa la doctrina social de la
Iglesia”.14
En su carta en ocasión del meeting de DavosKlosters
(Suiza), Francisco elogió la creatividad de los empresarios y su deseo de
“marcar la diferencia”; denunció el poder del dinero por encima de la política;
y les dijo a los empresarios cómo el sentido de trascendencia pueda motivar
también la economía.15
Es un hecho que la respuesta de la gente simple, como la de
los Movimientos populares, a los llamados del Papa, es ciertamente más positiva
que la de muchos estudiosos. Mientras estos últimos toman una cierta distancia
crítica, los miembros de los Movimientos, a pesar de todas las diferencias
ideológicas, apoyan más decididamente al Papa, el cual dice: “He conocido de
cerca distintas experiencias donde los trabajadores unidos en cooperativas y
otras formas de organización comunitaria lograron crear trabajo donde sólo
había sobras de la economía idolátrica”.16
Pero la adhesión y la simpatía que Francisco ha suscitado
en los miembros del Congreso de los Estados Unidos demuestra que su
revalorización de la política es bien recibida por todos los hombres y mujeres
de buena voluntad. Supo conquistar sus corazones al comenzar su discurso con
las palabras del himno nacional, que recuerdan “la tierra de los libres y la
casa de los valientes”, y después los impulsó a hacer efectivo su coraje,
luchando por “reformar el mundo”, como se afirma en Laudato si, y hacer
efectiva esa libertad, no permitiendo que “la política sea esclava de la
economía y de las finanzas”.
El Papa encuentra sus interlocutores preferidos en esas
personas que, como quería Pablo VI, no se limitan a informarse y expresar una
opinión, sino que se comprometen en una responsabilidad política comunitaria
(cfr. OA 47). La rehabilitación de la política es “un hecho colectivo”, como
afirmaban los obispos franceses, y en la práctica se obtiene apreciando a todo
el que trabaja por el bien común. La política se ejercita de manera dialógica,
creando consenso y compromiso común. Donde encuentra estas actitudes, el Papa
recibe una acogida mejor.
Un discurso pastoral
¿Qué concepción hay detrás de este desafío que plantea el
Papa y que nos abarca a todos? Sin duda se trata de una concepción claramente
pastoral. Un discurso es “pastoral” cuando se incultura para evangelizar,
cuando se abaja y se hace pobre (cfr. 2 Cor 8, 9) para que el otro, a partir de
su cultura, elija qué integrar de lo que se le propone, y así, para decirlo de
alguna manera, “se evangelice a sí mismo”; o mejor, para que el Espíritu entre
directamente en contacto con esa persona, ese grupo o ese pueblo, sin que la
cultura del predicador sea de obstáculo, porque es mala sino porque es
diferente. Es el “hacerse todo para todos” de Pablo (cfr. 1 Cor 9, 19-29).
Podemos recordar dos ejemplos de este
“abajamiento”
presentados por el Papa. El primero fue en Bolivia, cuando habló de la Virgen.
Apelando al corazón de quienes lo escuchaban, les pidió: “Tengamos siempre
presente en el corazón a la Virgen María (…), una madre sin techo que supo
transformar una cueva de animales en la casa de Jesús (…). Yo rezo a la Virgen
María, tan venerada por el pueblo boliviano, para que permita que este
encuentro nuestro sea fermento de cambio”17. Y después de este momento
emocionante, concluyó diciendo espontáneamente: “El cura habla largo parece
¿no?”.
Esta capacidad del Papa de relativizarse y tener en cuenta
también las situaciones de quienes podrían ser una audiencia menos conmovida o
interesada, manifiesta su propósito pastoral: mientras consigna el mensaje más
válido –el modelo de la Virgen– siente que él debe de retirarse –no es “el
Papa”, sino “un cura que habla largo”– para quien escucha pueda permanecer con
“su” Virgen.
El segundo ejemplo el Papa lo dio en
Washington, con la manera humilde de concluir un discurso que podríamos definir
“histórico”, diciendo simplemente: “Me he animado a esbozar algunas de las
riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo”. El Papa estructuró
su discurso al Congreso en clave “filial”, presentando al pueblo norteamericano
el ejemplo de los sueños de tres de sus hijos y una de sus hijas. La
perspectiva humilde podemos advertirla en el deseo de Francisco de hablarle al
alma del pueblo norteamericano, definiéndose como “un hijo de inmigrantes, como
muchos de ustedes”, que habla a un pueblo “de sus hijos”. Dijo, entre otras
cosas: “¿No era lo que queríamos para nuestros hijos?”.
Al periodista que lo interrogaba sobre la influencia en los
Movimientos populares y afirmaba: “Usted se pone como nuevo líder mundial de
las políticas alternativas”, el papa le respondió: “El mundo de los movimientos
populares es una realidad muy grande. Lo que yo he hecho es darles a ellos la
doctrina social de la Iglesia, lo mismo que hago con el mundo de la empresa” (y
de la política, podeos agregar ahora, después del discurso de
Washington).
Los discursos del papa son “un resumen de la doctrina
social de la Iglesia, pero aplicada a su situación”. Esta referencia a la
“situación” es significativa: es el plus que el papa Francisco aporta, el
discernimiento de qué se debe decir y con qué lenguaje apto para las diferentes
circunstancias debe ser dicho. El contenido es la doctrina social: “Soy yo
-dijo el Papa- el que sigo a la Iglesia. Yo simplemente predico la doctrina
social de la Iglesia a estos Movimientos. No es una mano tendida a un enemigo.
No es un hecho político, no. Es un hecho catequético. Quiero dejarlo claro
esto”.
Un hecho catequético
Esta expresión empleada por el Papa reclama nuestra
atención: ¿qué significa para Francisco “hacer catequesis”? El catecismo no es
un género menor de la teología, como tampoco lo son las homilías de Santa
Marta. La catequesis de las audiencias de los miércoles no son las únicas del
Papa: él las hace en casi todos sus encuentros; su actitud constante es la de
un catequista.
Esto se debe a su formación jesuita. A los profesos de la
Compañía de Jesús, junto al voto de obediencia al Papa, san Ignacio de Loyola
quiso emitir un voto particular: el de dar “el enseñar el catecismo a los niños
y a las personas simples”. Cuando dice que su discurso es “catequético”, el
papa manifiesta su manera de considerar a quienes lo escuchan. Su simplicidad,
sus metáforas y sus anécdotas, el modo directo de hablar, sus repeticiones, sus
afirmaciones doctrinales no son sólo fruto de su espontaneidad natural, sino de
una opción pastoral.
Cuando habla en la Misa dice una homilía; en otros
ambientes, da catecismo. No lecciones de exégesis ni de teología dogmática, ni
de doctrina social: predica el kerigma y da catecismo. Cuando la gente dice que
lo comprende no se refiere sólo al contenido de sus discursos, sino el género
literario que emplea.
Para Francisco, “el catequista es un cristiano que lleva
consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su
vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo.
Compromete toda la vida”.19
Cuando narra la historia de los siete hijos de una madre
macabea, quienes para no renegar de Dios fueron martirizados por el tirano, el
Papa dice haber quedado impactado por esta mujer: la Biblia subraya que ella
“hablaba en dialecto, en la primera lengua”, precisamente –agrega Francisco–
como hace “nuestra Iglesia madre”, que nos habla “en aquella lengua de la
verdadera ortodoxia que todos nosotros comprendemos, la lengua del catecismo,
esa lengua fuerte, que nos hace fuertes y nos da también la fortaleza para ir
adelante en la lucha contra el mal”.20
A los miembros de los Movimientos populares de las naciones
latinoamericanas, que generalmente han conocido desde chicos el catecismo, el
Papa les habló de la Virgen en el “idioma del catecismo”. A los miembros del
Congreso norteamericano les mostró la imagen de Moisés, que preside la sala,
evocando recuerdos del catecismo a judíos y cristianos. Es el género literario
a partir del cual deben interpretarse sus discursos políticos. Estos entonces
adquieren toda su fuerza profética y evangélica, y pierden toda otra
connotación que pueden tener cuando se los lee desde otros parámetros.
Mística política
Además de los acentos propios de Francisco que reconducen
la doctrina social a la realidad, hay un tono emotivo que convierte en
“especiales” sus discursos. El Papa lo ha expresado claramente cuando habló de
la emoción y de la conmoción frente al sufrimiento de los pobres, con trazos
concretos: “Esa emoción hecha acción comunitaria no se comprende únicamente con
la razón: tiene un plus de sentido que sólo los pueblos entienden y que da su
mística particular a los verdaderos movimientos populares”.21
En los Estados Unidos, el plus de sentido se encuentra en
la referencia que el Papa hizo a los sueños del país: los de Lincoln, Luther
King, Dorothy Day y Merton, “sueños que despiertan lo más profundo y verdadero
que se encuentra en los pueblos”; el sueño de millones de personas que
emigraron a esta “tierra que ha permitido a muchos soñar” (así concluyó su
discurso).
Así, Francisco habla de mística y de un “plus” de sentido,
algo que pueden comprender los pueblos. Él se coloca en ese alto nivel de
manera dialógica, confiando en encontrar comprensión. Por esto, los pasos más
significativos de los Discursos se caracterizan por un “ustedes y yo” que se
transforma en “nosotros”. La política es la construcción común de un “nosotros”
que son los pueblos. Y en esas personas, exteriormente tan diferentes,
Francisco encuentra ese punto que las acomuna y las reúne como un magnífico
poliedro: el sueño y la pasión por el bien común que, más que polis, los hace
pueblo de la “Patria Grande” y del planeta.
La cima del discurso a los Movimientos populares está
constituido por la invitación que el Papa dirige a todos para que recen con esa
“oración política” que bien se puede agregar a las dos oraciones con las que
concluye la encíclica Laudato si: “Digamos juntos desde el corazón: ninguna
familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin
derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún
niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una
venerable vejez”.
En su discurso en Washington, el
punto culminante nos parece fue el uso del “nosotros” con el que el Papa
involucró a los miembros del Congreso cada vez que se trataba de que “desearan
el bien común”, que es una manera de hacerlos rezar: “El desafío ambiental que
vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”;
“Tratemos a los demás con la misma
pasión y compasión con la que queremos ser tratados…”.
Conclusión
El discurso a los Movimientos populares y el discurso al
Congreso de los Estados Unidos se revelan, entonces, como una catequesis sobre
la doctrina social de la Iglesia realizada por el papa Francisco a sus
interlocutores. Es decir, una catequesis totalmente situada y contextualizada.
Con el “plus” que tiene todo lo que adquiere la consistencia de la
“universalidad concreta”. En cuanto universal, tiene la fuerza de un mensaje
dirigido a todos; en cuanto concreto, es posible recoger el fruto y traducirlo
en otras realidades, teniendo sin embargo cuidado de no sustraer las cosas de
su contexto.
Toda persona, todo grupo, todo sector de la sociedad tiene
que escuchar el mensaje común de la doctrina social de la Iglesia y la parte
específica que se refiere a él, dejándose conquistar el corazón, así como lo
hicieron, cada uno a su manera, los miembros de los Movimientos populares y los
del Congreso norteamericano. De esta manera, cada sector se transforma en
agente activo y creativo de la deseada y necesaria rehabilitación de la política.
Traducción de José María Poirier
El
autor es jesuita y argentino, doctor en Filosofía, miembro del Colegio de los
escritores de La Civilta Cattolica. Fue director del Hogar San José para
personas en situación de calle.
Fuente:
http://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2 016/04/01/el-papa-francisco-y-la-politica/.
NOTAS
1.
Papa Francisco, Discurso a la Asamblea Plenaria
del Congreso de los Estados Unidos de América, 24 de septiembre de 2015.
2.
Discurso en el II Encuentro de los Movimientos
populares, 9 de julio de 2015.
3.
Encuentro con la clase dirigente de Brasil, 27
de julio de 2013 (las bastardillas son nuestras).
4.
Tomás de Aquino, De caritate, a.9, ad 15.
5.
Aristóteles, Ética, 1, 2 (25); Tomás de Aquino,
Commentoall’EticaNicomachea
di Aristotele,
Bologna, Esd, 1998, 52 s.
6.
F. Truini, La pace in Tommaso d’Aquino, Roma,
CittáNuova, 2008, 356
7.
Pío XI, Alocución a los dirigentes de la
Federación Universitaria Católica, 18 de diciembre de 1927.
8.
J. M. Bergoglio, La nación por construir, VII
Jornada de Pastoral Social, Buenos Aires, 25 de junio de 2005.
9.
Cfr. “Entrevista al papa Francisco” en La
Vanguardia, 12 de junio de 2014.
10. Cfr.
J. M. Bergoglio, Reflexiones en esperanza, Buenos Aires, Universidad del Salvador,
1992
11. Cfr.
Pío XI, encíclica Quadragesimoanno, n. 88. Pablo VI, Discurso en ocasión del 25
aniversario de la FAO, 16 de noviembre de 1970. Benedicto XVI, encíclica
Caritas in veritaten.7
12. Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, n.
581
13. J.
V. Schall, “Apocalyptic and Utopian: On Pope Francis’Bolivian Manifesto”, enThe
Catholic World Report, 24 de julio de 2015
14. Papa
Francisco, Conversación con los periodistas en el viaje de regreso de Asunción
a Roma, 13 de julio de 2015.
15. Cfr.
Mensaje al presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial en ocasión del
Encuentro Anual en Dabos-Klosters (Suiza), 17 de enero de 2014
16. Discurso
al II Encuentro Mundial de los Movimientos populares, n. 3.1
17. Ibid,
n. 2
18. Conversación
con los periodistas en el viaje de regreso de Asunción a Roma (las bastardillas
son nuestras)
19. Homilía
en la misa por la Jornada de los Catequistas, 29 de septiembre de 2013
20. Homilía
en Santa Marta, 17 de septiembre de 2013 (las bastardillas son nuestras)
21. Discurso
en el II Encuentro Mundial de los Movimientos populares, n. 2 (las bastardillas
son nuestras)
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